viernes, 28 de noviembre de 2008

Relaciones humanas

- Agarras los bordes de mi sangrante herida
intentando juntar sus extremos,
¡no ves que aún llora
gotas negras!
Una mano ensangrentada y
la otra sujetando un rosario.
- Con tu cigarro encendido,
fumador expulsivo
quemaste mi débil brazo,
quebrando mi piel
con el rojo de tu frustración.
- Escupiste tus bilis sobre mi humo,
vomitando la rabia que tu alma guardaba.
Observando cómo el fuego llegaba a mis entrañas
abriste las puertas de casa,
dejando a la gente pasar.
Un grito,
un chasquido,
una bofetada
y mi brazo humeante lloraba entonces
roja sangre.
- Ahora, tras tantos relojes girados,
alguien sujeta los bordes de la herida
haciendo fuerza
para borrar el dolor.

2 comentarios:

Doberka dijo...

Es mi primera visita y no será la última. Me ha gustado tu blog. Tremendo poema, aún duele.

Besos

Doberka dijo...

Es mi primera visita y no será la última. Me ha gustado tu blog. Tremendo poema, aún duele.

Besos